Caminaba con el brazo derecho a espaldas, los dedos estaban rígidos y la muñeca parecía no poder sostener la mano, temblaba, vacilaba sin ritmo alguno, hacía un puño y presionaba hasta que la fuerza de alguna forma ejercía tensión sobre los nervios apaciguando así el lamentable movimiento.
Temía el progreso de la enfermedad, temía no poder leer, perder su escritura, sus trazos, el poder de sus manos, la cabeza firme y el descanso pleno, temía una mirada en perpetuo movimiento; muy cansado, a veces podía sentir el vibrar disimulado de su columna, ¿temblor?, confundido se preguntaba.
Temblor.
7 Noviembre, 2019